En la desértica tierra de Piedra Pómez (Catamarca) ha ocurrido un secuestro: una mujer es capturada por tres sujetos en escenas que se suceden entre rápidos movimientos y expresivas imágenes, en un luminoso paisaje.

Piedra pómez define una naturaleza, un territorio que parece ser puro, claro, aunque allí mismo pueden plantearse realidades oscuras; la locación no se eligió al azar.

Duccio Brunetti es italiano, vive en Florencia, y se presenta como director de fotografía, pero es más: un documentalista, cineasta e investigador que desde hace cinco años encara un proyecto sobre un militante de origen santiagueño que estudiaba en la UNT, lo secuestraron en Jujuy y apareció en el Pozo de Vargas. Con Jacobo Merlini está trabajando en la información del “caso Giribaldi”, y en distintas visitas a Jujuy, Catamarca y esta provincia ha rodado la reconstrucción de escenas, un modo de construir la memoria. “Trata sobre los sobrevivientes de lo que pasó aquí”, asegura en una aproximada definición. Son reenactment, representaciones, recreaciones.

Mientras conversa con este columnista, junto a la productora Koti González y los actores Rosana Giribaldi y Rafael Segovia, cuenta que aprecia el cine de Ingmar Bergman, Gisueppe Tornatore, además del mismo Christopher Nolan y una película iraní como “La separación”, de Asghar Farhadi. Que le gusta documentar, un trabajo que lo ha llevado por geografías muy distantes, como Camboya.

Duccio Brunetti ha participado en obras como “Oro Splendente- Ritorno in Cambogia”), pero además “Oltre la linea gialla” (2016) y “Il segreto degli alberi” (2012).

En el rodaje de esta preproducción también han sido protagonistas Luciana Guiot y César Romero.

Entrevistas

“Mi papá fue preso político en Rawson y luego un desaparecido de la dictadura, cuando era empleado del ingenio Ledesma. Era militante del PRT. No lo conocí, mi mamá estaba embarazada de mí, y tenía otros dos chicos, mis hermanos mayores. Un día llegaron a la casa de mi abuelo en El Cadillal y con violencia la secuestraron a mi mamá, la vendan y se la llevan”, relata Rosana Giribaldi, mientras la cámara de otro video la muestra trazando huellas en esa tierra que se confunde con el cielo tan iluminado; que tal vez sea en la misma salina.

Las entrevistas que están registrados en videos que el director y la producción suben también incluyen entrevistas a la hija de Ana María Sosa, a los de Segundo Bonifacio Arias y a la nieta de Dardo Molina, con música de Gabriela Agüero y la edición de Merlini. Hay otras pendientes de edición a Marta Rondoletto y Hugo Santillán.

La entrevista y conversación con el director y su equipo no ha sido fácil: reunirnos el mediodía del jueves en un concurrido bar frente a la plaza San Martín no ha sido una buena elección.

Pero todavía así las voces de los artistas se escuchan porque se repiten; porque la construcción de la memoria es también repetición, recreación; repetir está en la estructura misma de la comunicación, de la información. (“Las cosas se repiten porque desean permanecer”, escribía en el siglo pasado Mircea Eliade).

Una y otra vez el director usa el término reenactment, que significa recreaciones específicamente en el lenguaje documental.

En el noroeste

“Estuvimos rodando en diferentes zonas del NOA. Creo que nos falta establecer lo que sería un hilo conductor, porque es un caso emblemático”, responde Brunetti ante una pregunta. También se entrevistó en Buenos Aires a Hugo Santillán.

Por si es necesario aclarar ni los actores ni Brunetti o Merlini tienen salarios; aseguran que es a pulmón totalmente: nadie los banca ni auspicia. (A la hora de explicar el director de fotografía comenta que debe sacar fotos esta semana en los partidos que juega la Fiorentina por lo que regresa a Italia).

Se trata de una historia, en la que la protagonista, representa, actúa y relata su secuestro (que en rigor, es su madre).

“Gran parte de mi vida ha sido en silencio, pero entiendo que el arte transforma ese dolor en mensaje, es como una herramienta y yo soy como una doble sobreviviente. Para mantener la memoria, sobre todo en estos momentos cuando el fascismo está amenazando”, dice Rosana Giribaldi.

En la escena que se filmó en esa ciudad el miércoles, ya el tono es sombrío: en la oscuridad de una sala teatral ubicada en Villa 9 de Julio, hay torturas sobre una parrilla de colchón, en la que un preso lucha por liberarse mientras el oficial toma la declaración (el bailarín Rafael Segovia debe haber recordado durante esa escena cuando bailó en La Gloriosa la obra “Vertical” en 2014).

En el encuentro en el bar exhibe una pequeña herida y marcas en una mano.

Rosana Giribaldi cuenta que cuando le entregaron los restos de su padre realizó en La Sodería una ceremonia por la que con la alegría también se reivindicaba los ideales de una generación, el rezo baile que es común entre los santiagueños; una celebración.